Fecha
1 de febrero de 2022
Manifiesto:
/ (diccionario): Escrito breve que un grupo o movimiento político, religioso, filosófico, artístico o literario dirige a la opinión pública para exponer y defender su programa de acción considerado revolucionario o novedoso con respecto a lo establecido anteriormente.
/ (wikipedia): Un manifiesto es una declaración pública de principios e intenciones, a menudo de naturaleza política o artística. En otros términos, el manifiesto consiste en una pieza documental mediante la cual se dan a conocer diversas ideas o problemas de un modo intenso y concluyente.
Desde marzo 2020, cuando tuvimos que replantearnos nuestro modo de vida como humanidad, y nuestro modo de trabajo como centro cultural, hemos tenido muchos momentos de debatir, pensar y cuestionar nuestro trabajo, nuestro objetivo, nuestro quehacer, nuestra razón… y este mes de enero, poniendo en marcha el Plan de Centro(1) 2022, queríamos ordenar esas ideas y concretarlas de modo que sean una brújula, un faro que ilumine nuestro camino, que nos guíe en nuestras acciones diarias y nos sirva de referente cuando la situación que vivimos nos haga perder el norte.
Por eso hemos decidido como equipo construir un manifiesto para ser compartido con nuestro público, personas colaboradoras y amistades donde contamos qué somos como centro cultural, dónde estamos y adónde queremos ir y qué queremos ser.
Y partimos de varias premisas:
Y desde el Centro Cultural, para dar una respuesta que nos dé ánimos, energías, fuerzas, recuperamos una de nuestras máximas fuentes de inspiración:
Cultura:
« …la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.»(3)
Y de pronto, nuestra cabeza se transforma en luna, nuestro corazón en estrella. Encontramos junto a otras personas un refugio en una amapola y entre los pétalos comenzamos a ver un mundo diverso, descubrimos un infinito de posibilidades, de maneras alternativas de pensar y vivir en comunidad.
Ya somos menos cosas y más personas. Ya somos conscientes de que no podemos rendirnos, de que juntas, sobre manadas de caballos, en alianza con nuestros ancestros y nuestros bosques, encontraremos el modo de salir de esta. No podemos negar el paso a la Esperanza, ella debe ser nuestro faro, nuestra brújula hacia ese destino llamado Utopía.
El mundo onírico que ha creado el ilustrador Ximo Abadía para el Centro, nos acompaña en este viaje de 2022 con personajes diversos que construyen y participan en un mundo que queremos verde, en el que cada quien es un espacio de convivencia y armonía junto con el entorno, donde destaca el poder transformador de las mujeres. Un mundo que permite imaginar, crear, divertirse, concienciar y transformar.
Un mundo que nos recuerda que la Cultura nos define en nuestro ser y estar en el mundo, en el pasado, en el presente y sobre todo, lo más relevante y revolucionario: en el futuro. Desde el momento en que nos reconocemos como seres inacabados e imperfectos, queremos mejorar nuestras condiciones, como seres individuales sí, pero sobre todo como comunidad. Y así soñamos ese mundo mejor, creando nuevas narrativas que transmitan la posibilidad y la necesidad y la urgencia de luchar por él.
Las tres reinas magas y la gran chamana. En este mundo habitan tres reinas magas, tres mujeres libres, diversas que pedalean en tándem todo el año, sin miedo escalan los troncos de los árboles y nos visitan cada marzo. Juntas, sororas, nos guían hacia lugares que no habíamos imaginado llegar. Nos urgen a conocer nuestros derechos, a defenderlos, a pedalear con ellas. Nos acuerpan porque son grandes y fuertes, crean relatos transgresores, cuestionadores del sistema patriarcal que niega derechos, limita sueños y genera injusticia. Atesoran la sabiduría y los aprendizajes de sus madres, sus abuelas y ancestras. Estas reinas se complementan con la gran chamana que cabalga sobre una manada de caballos, en armonía y comunión con los animales y la naturaleza. Una gran chamana que lidera una revuelta para reclamar un mundo diverso, feminista y medioambientalista.
Queremos que el CCESV sea un espacio de creación y de encuentro, una casa abierta, el catalizador de las urgencias que demandan las mujeres, los pueblos indígenas, los colectivos afrodescendientes, las personas artistas, diversas, defensoras de derechos; receptores y altavoces de las preocupaciones del contexto en el que vivimos, un coro de voces. Este 2022 queremos trabajar para ayudar a decodificar todo lo que nos ha pasado y nos sucede, con una visión amplia de lo que entendemos por cultura, sin categorías estancas, que también incluye el pensamiento, el arte, la defensa de los derechos humanos, la ciencia y el medioambiente. Sobre todo, queremos poner el acento en la coexistencia con las demás especies y nuestra relación con la naturaleza.
Queremos poner el foco en la Madre Tierra, en nuestro planeta con sus bosques, sus ríos y su biodiversidad. No hay un planeta B, y sin él no podemos ni soñar con ese otro mundo mejor que queremos.
Eso nos obliga a cultivar otros pensamientos, crear otros mundos. Para eso también necesitamos promover un ecosistema en el que las personas creadoras y artistas puedan trabajar en condiciones dignas, fortalecer su profesionalización y promover su formación continua. Queremos un Mundo para Cuidarnos y Cuidaros. Queremos dar cabida a propuestas transgresoras, divergentes, no esperadas, que nos cuestionen, aunque a veces cuestionar y aprender será también mirar al pasado, recuperar la memoria. Otras veces será construir nuevas heterotopías, espacios con sus propias lógicas y posibilidades, no lugares. Programas como Invernadero cuestionadores de lo qué es y lo que no es el arte. Proyectos como Intersecciones para reflexionarnos y pensarnos, o como Impúdica para contarnos con otras y otros, desde múltiples y variados prismas y objetivos.
Poner la vida en el centro, un espacio seguro. El CCESV se quiere configurar como un espacio seguro en el sentido más amplio de la palabra: seguro para pensar, debatir y formarse; seguro para que cada persona se muestre como quiera ser, como se identifique, como es; y seguro, también, para cuidar de la salud de todas las personas.
La protección de la salud pública nos obliga a seguir usando mascarilla, darles la bienvenida con el termómetro y el alcohol gel, controlar los aforos, rellenar formularios para inscribirse a las actividades, renunciar a la corta distancia… pero también disfrutar de los espacios donde nos podemos encontrar de manera segura, como nuestro jardín, la sala de exposiciones con sus puertas abiertas.
Seguiremos optando por la digitalización de algunas de nuestras actividades de formación que, con las limitaciones que supone la no presencialidad, nos ha permitido descentralizar nuestras acciones, hacer más accesible el CCESV a personas que se encuentran fuera de San Salvador, a las que no siempre llegamos tanto como desearíamos y también poder incluir, con mayor frecuencia, voces que nos llegan de otros lares, de otros países o continentes.
Queremos terminar el año habiendo sido capaces de poner la vida en el centro de nuestras prácticas, como el personaje naranja que cierra nuestro calendario, una gran masa gigante llena de cultura y humanidad, un ser empático, que respeta y cuida a las demás personas con las que convive. La defensa de los derechos humanos, ocupa el final de nuestro mural, pero eso no quiere decir que no esté en el TOP de nuestras prioridades. No podemos pretender cabalgar hacía esa Utopía sin soñar con un mundo en el que se respeten todos y cada uno de los derechos humanos. Un mundo en el que caben otros mundos, todos los mundos.
Utopía:
Del lat. mod. Utopia, isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto, descrita por Tomás Moro en 1516.
En nuestro texto declaratorio de intenciones del año pasado, iniciábamos con unas palabras en torno a la necesidad de seguir creando esas narrativas utópicas, y hacerlo desde la Cultura:
Necesitamos una narrativa distinta de lo que está aconteciendo, pues la tarea de desencadenar o acelerar un cambio de paradigma nos exige realizar un enorme ejercicio de imaginación ecológica. Más allá de la crítica y de la pedagogía, desde el campo de la cultura hay que priorizar la representación de modelos de sociedad que se hayan ajustado a los límites ecológicos y sean capaces de mantener niveles dignos de calidad de vida. Esto supone ficcionar a partir del marco que va a contextualizar nuestra vida futura si logramos evitar el colapso, y esbozar sociedades en las que sean centrales cuestiones como las energías renovables, el decrecimiento en el consumo de energía y materiales, la satisfacción de necesidades de forma colectiva, las relaciones sociales más cooperativas, las economías postcapitalistas y fuertemente localizadas, las nuevas institucionalidades, las vidas disfrutadas en proximidad, la revalorización de los trabajos de cuidados, una nueva sensibilidad hacia la naturaleza, amplios procesos de regeneración de ecosistemas. Necesitamos aumentar la complicidad entre ecologismo, comunidades creativas e industrias culturales para dar un empujón a la representación y creación de utopías cotidianas.
Apología de la Utopía, José Luis Fernández Casadevante ‘Kois’
No podemos dejarnos vencer. Como decía Galeano sobre la Utopía, parece que nunca la alcanzamos, se aleja, se pierde con las noticias y los miedos, pero ahí está. Y como el gran escritor decía, nos sirve para caminar, para hacer camino, como también decía otro gran escritor llamado Machado.
Gracias a todos esos faros que nos iluminan, escritoras, intelectuales, artistas, amigos y amigas, colaboradores, organizaciones y colectivos con los que trabajamos, a Galeano y a Machado, a Laura Rita Segato, a Bell Hooks, a Alfons Martinelli, a Boaventura da Sousa Santos, a Marina Garcés, Ximo Abadía, Kois, Yayo Herrero o Jorge Riechman por inspirarnos.
Por recordarnos que tenemos que cabalgar hacía nuestro objetivo. Que cada paso cuenta, y que juntas somos más. Que te necesitamos para construir en comunidad un mundo diverso y mejor, donde el pilar no sea la desigualdad sino la hermandad, la justicia y la libertad.